En esta situación al pasear por el camino cercano al paraje el Corral de los Bueyes, la perra Kira siempre se tumbaba en un charco de no más de 2 litros de agua.
El razonamiento era muy lógico: Si con tanta sequía hay esa poca agua y debajo hay un buen desnivel, ¿por qué con un poco de trabajo no hacemos una pequeña fuente para que puedan beber los animales e incluso las personas?
Lo hablaron varias personas, incluidas las autoridades del pueblo, y lo más importante, el dueño de una excavadora, porque nadie estaba dispuesto a ponerse con un pico y una pala. Así y en apenas 12 horas, ya se estaba abriendo una zanja:
En seguida se vio que efectivamente, allí había agua, porque en pocos minutos se formó un charquito en la zanja:
Tras ello, con un todo terreno y un remolque se llevaron piedras, arena y hasta agua
(sí, vamos a hacer una fuente y hay que llevar el agua) y se rellenó la zanja.
Además, se coloco un tubo a modo de tubería y se esperó durante unos días a ver si salía suficiente agua para la futura fuente. Efectivamente, pasada una semana el resultado era un hilillo constante (pero menos que los del prestige) y unos cuantos litros de agua:
Visto pues que la cosa iba bien, se continuó con el trabajo: proseguir la zanja hacia abajo siguiendo el camino, colocar unas piedras antes de la futura arqueta, un poco de cemento, una bombona rota, un albañil y parece que ya se veía aquello con más aspecto de fuente.
Había que hacer un pilón pero buscábamos una fórmula fácil y de poco trabajo. Jaime sabía de una piedra en forma de pila y si la tuviéramos solo era ponerla. Hablamos con Benita y muy amablemente nos la cedió para ponerla de pilón y allí permanece.
Un poco más de cemento y piedras grandes y ya casi se podía sacar la foto final:
Sólo faltan unas piedras a los lados para decorar y ya está terminada!
A todos los participantes les agradecemos su tiempo y esfuerzo: Ángel, Alfonso, Carlos, Ciriaco, Jaime, Mariano, Miguel, Nober, Ricardo, Rocío y Tomás.
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